lunes, 27 de octubre de 2008

LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS


"La Sociedad de los poetas muertos"

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a
expresarte, que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo
extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías sí
pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.

Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima,
nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra
propia historia.

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra
continúa: Tú puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre
el hombre.

No caigas en el peor de los errores: el silencio. La
mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes.

"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.

Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca tener la vida
por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad.

Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con
orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.

Las experiencias de quienes nos precedieron de
nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la
vida.

La sociedad de hoy somos nosotros Los "poetas vivos".
No permitas que la vida pase por ti sin que la
vivas ....


---Walt Whitman---





¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, nuestro espantoso viaje ha terminado.
La nave ha salvado todos los escollos,
hemos ganado el anhelado premio.
Próximo esta el puerto, ya oigo las campanas y el pueblo entero te aclama,
Siguiendo con tus miradas la poderosa nave, la audaz y soberbia nave.
Mas, ¡ay! ¡oh corazón!, ¡mi corazón!, ¡mi corazón!
No ves las rojas gotas que caen lentamente,
allí en el puente, donde mi capitán yace extendido, helado y muerto?

¡Oh, capitán!, ¡mi capitán!, ¡levántate para escuchar las campanas,
Levántate! Es por ti que izan las banderas, es por ti que suenan los clarines.
Son para ti estos búcaros y esas coronas adornadas;
Es por ti que en las playas hormiguean las multitudes;
Es hacia ti que se alzan sus clamores, que se vuelven sus almas y sus rostros ardientes.
¡Ven, capitán! ¡Querido padre! Deja pasar mi brazo bajo de tu cabeza.
Debe ser sin duda un sueño que yazca sobre el puente,
extendido, helado y muerto.

Mi capitán no contesta, sus labios siguen pálidos e inmóviles.
Mi padre no siente el calor de mi brazo, no tiene pulso ni voluntad.
La nave, sana y salva, ha arrojado el ancla, su travesía ha concluido;
La vencedora nave entra en el puerto, de vuelta de su espantoso viaje.
¡Oh playas, alegraos; Sonad campanas,
Mientras yo con doloridos pasos
recorro el puente donde mi capitán yace,
extendido, helado y muerto.

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