Piensenlo...que al asignar un contexto universal al juicio filosófico es asignarle un valor permanente en el tiempo y en el espacio más allá del pensamiento humano que lo enuncia, pues el mismo por su naturaleza no puede sino ser limitado. Ni aún el contexto común de los pensadores garantizaría una valoración universal, pues de la adicción y contraste de juicios posibles imperfectos se sigue un perfeccionamiento del juicio común pero no su imposibilidad de error. Por ello para signar un contexto inequívoco para filosofar habríamos de fijar la ausencia posible de error y ello sólo se encuentra en la verdad. La verdad, lo verdadero, es del contexto propio del filosofar, lo que reduce cualquier proposición filosófica, lo incondicional de la condición del objeto de la filosofía: Conocer toda la verdad universal sin más condición de conocerlo en verdad.
Filosofar en su contexto de verdad exige al filósofo pormenorizar las condiciones de verdad de cada uno de los elementos con los que construye su pensamiento. Este reto es el mayor al que se enfrenta la filosofía no sólo para que sea creíble, sino para que sea cierta.
El progreso del saber filosófico, que desde Kant se cifra en la prospección de los juicios sintéticos, podría ser que fuera preciso que los mismos tuvieran que ser analizados en sus condiciones internas de verdad por los juicios analíticos. Sólo en ese proceso de análisis internos se garantiza las condiciones de verdad de cada juicio. La analítica metafísica será garante de que el progreso del pensamiento por aplicación de los juicios sintéticos es acertado porque sus contenidos de verdad son ciertos.
Esa desconfianza en sí mismo del filósofo conocedor de ser esclavo de sus afectos y esa confianza en el rigor del método serán las armas del pensador para ejercitarse en un contexto de verdad.
"Que ninguno por ser joven vacile en filosofar, ni por llegar a la vejez se canse de filosofar. Pues no hay nadie demasiado prematuro ni demasiado retrasado en lo que concierne a la salud de su alma. El que dice que el tiempo de filosofar no le ha llegado o le ha pasado ya, es semejante al que dice que todavía no le ha llegado o que ya ha pasado el tiempo para la felicidad."
EPICURO, Carta a Meneceo
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